Los despachos de abogados se han caracterizado por reunir a profesionales con altas capacidades técnicas. Pero, ¿son igual de buenos los letrados a la hora de gestionar sus emociones?
J. M. Barjola – Eduardo Romero.– La felicidad es una cuestión que cada vez preocupa más a los despachos. Grandes eventos y conferencias jurídicos están dedicando espacio para esta cuestión, cada vez más en boga, en especial en lo referente a la gestión de las emociones y la inteligencia emocional.
El objetivo es conseguir abogados con carreras profesionales largas y felices. Mientras más felices emocionalmente sean los abogados más años querrán pasar en un mismo despacho. En este asunto la inteligencia emocional juega un papel fundamental.
La gestión de las emociones es un área de conocimiento que ha sido tradicionalmente ignorada por las firmas, más enfocados en conseguir perfiles con grandes conocimientos técnicos, pero dejando de lado las soft skills o inteligencias sociales. El Consejo de la Abogacía lleva años recordando en su publicación electrónica Gestión y Coaching, cuán importante –y olvidada– está la inteligencia emocional para la gestión de un buen despacho. También reconocidos autores como Daniel Goleman (La inteligencia emocional. Por qué es más importante que el coeficiente intelectual) aseguran en su obra que los mejores abogados no son los más técnicos e inteligentes, sino aquellos que, además, son “emocionalmente inteligentes”.
La próxima gran cita que tratará la cuestión en profundidad será la VI edición del Legal Management Forum, uno de los eventos jurídicos más importantes del año. El evento, que contará con una mesa redonda sobre la cuestión, tendrá lugar en Madrid los días 9 y 10 de octubre.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Goleman define la Inteligencia Emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos”. Una persona emocionalmente capaz puede motivarse y manejar las emociones, tanto con uno mismo como respecto a los demás.
Se trata de una persona empática, pero que también controla su estrés y sus emociones, y sabe cómo cuidarse para mantener su mente a raya. No es algo que tenga que ver con el coeficiente intelectual. Una persona poco inteligente en lo técnico puede acabar liderando una empresa o un gran proyecto si demuestra un gran manejo de la inteligencia emocional.
Así, Goleman asegura que “personas de gran preparación intelectual, pero faltas de inteligencia emocional, terminan trabajando a las órdenes de personas que tienen un CI menor, pero mayor, inteligencia emocional”.
Altos niveles de estrés
Aunque la abogacía es una profesión que cuenta con prestigio entre las nuevas generaciones, con miles de nuevos matriculados en las facultades de ciencias jurídicas cada año, la realidad es que los profesionales del sector no ven siempre colmadas sus expectativas laborales una vez alcanzada su meta.
Gracias en gran medida a la ‘uberización’ del Derecho y los constantes cambios en la profesión, el abogado se ve forzado a aumentar su exigencia y a ofrecer un servicio cada vez más completo que deriva en altos niveles de estrés. El Consejo General de la Abogacía ya denunció, con los datos revelados por una encuesta de la consultora inglesa Keystone Law, que casi el 70% de los abogados consideran su profesión de mayor estrés respecto a otras, destacando la carga de trabajo, competitividad o presión en la facturación.
Flexibilidad horaria o teletrabajo son aspectos cada vez más demandados
Desde hace apenas unos meses, el Real Decreto Ley 8/2019 impuso en España la obligación de llevar a cabo un registro obligatorio de jornada, una medida que no ha casado del todo bien con una profesión que de manera habitual obliga a alargar las horas de trabajo para cumplir con los objetivos. Sin embargo, la felicidad del propio abogado repercutirá con casi total seguridad no solo en los resultados de su trabajo, sino en los propios beneficios del despacho.
Datos arrojados por la Fundación norteamericana NALP reflejan como el 44% de los abogados abandonan su firma apenas a los tres años, suponiendo unos costes para los despachos que oscilan entre los 200 y los 500 millones de dólares anuales. Lo cierto es que el sueldo y el ‘estatus’ de la profesión ya no son motivos suficientes para los trabajadores, motivo por el cual las firmas buscan cada vez más la implementación de medidas de bienestar a la hora de contratar nuevos empleados en su plantilla, que valoran la flexibilidad y poder compaginar su vida laboral con personal.
¿Qué incentivos ofrecen los grandes despachos a sus trabajadores?
Cada vez son más las opciones que los grandes despachos ofrecen a sus empleados. El objetivo es claro: mantener al trabajador feliz de cara a obtener un mejor rendimiento. De esta forma, entre las grandes firmas podemos encontrar todo tipo de servicios, desde las sesiones de fisioterapia ofrecidas en Garrigues, pasando por el programa Smart Working de trabajo fuera de oficinas de Cuatrecasas, hasta el apoyo telefónico de psicólogos y médicos las 24 horas del día de Uría.
Asimismo, es común que se fomenten las actividades relacionadas con el deporte y la salud, así como las sesiones de ‘afterwork’ entre los compañeros. Finalmente, también es cada vez más común ofrecer comida de mejor calidad y saludable a precios asequibles.