En el artículo anterior de esta serie abordamos dos cuestiones básicas a la hora de encarar un juicio. Por una parte vimos que cuando se nos pregunta debemos mirar a la persona que nos formula la pregunta; y, por otro, describimos un consejo que en realidad englobaba varios, que titulamos de una manera algo tosca pero que hace referencia a la realidad más de lo que nos pensamos: “estese quieto”. En el presente artículo, seguiremos presentando una serie de normas básicas para que enfrentarse a un juicio sea una tarea que no le dé más quebraderos de cabeza de los necesarios en una situación como esta.
Este consejo podríamos resumirlo de la siguiente manera: desempeñe el rol que le atañe. Es decir, sea usted mismo en su mejor versión para esta circunstancia en concreto. Pongamos unos ejemplos para que lo vea más claro. Si se le acusa de que ha agredido a alguien, no acuda al juzgado marcando músculo con ropa demasiado ajustada; si el juicio se celebra porque es usted deudor de algo, no lleve puesto su mejor reloj o su móvil de última gama; si está en juego la custodia de sus hijos, intente vestirse y tener una apariencia lo más fiable posible; y así sucesivamente. El caso es que el juez es un ser humano y como el resto de la humanidad también tiene prejuicios y valora las apariencias, así que es mejor ofrecerle una versión que case con su discurso. Y hablando de discurso, cuando sea procedente y deba presentarse, hágalo también de la misma manera sencilla y directa. Bastarán unas pocas palabras para describir su papel en el pleito: “Soy un buen ciudadano que tuvo que defenderse de una agresión”, “Soy un trabajador al que han tratado de manera injusta”, “Soy un padre abnegado que no quiere perder a sus hijos”.
El siguiente consejo va enlazado con el anterior. Como venimos haciendo, este puede resumirse en pocas palabras, en este caso una sola: colabore. Deje que le expliquemos. Todos hemos oído hablar del lenguaje corporal, aquella información de nosotros que emitimos sin hablar, sino mediante gestos y posturas. Pues bien, este lenguaje es tan o más importante que el lenguaje oral y dice mucho más de nosotros de lo que podríamos creer. Y en el contexto de un juicio incluso más. Así pues, mantenga una actitud proactiva, que indique que está usted dispuesto a colaborar con el tribunal y con todos aquellos que le formulen preguntas, ya sea su abogado o el abogado contrario, así como el juez o el fiscal. Aquí tiene algunas normas que deberá tener muy en cuenta en este sentido: queda totalmente prohibido cruzarse de brazos (ni por delante, en el pecho; ni detrás, en la espalda); tampoco meta las manos en los bolsillos (la mejor postura es dejar los brazos a los lados del tronco). Y cuando hable evite gesticular con vehemencia o agresividad, sino hacerlo de manera pausada. Por último, no señale a nadie (a menos que se lo pidan).